Las entrevistas de Animales fantásticos: conoce al dúo del diseño gráfico MinaLima

El Corresponsal de Pottermore consigue una entrevista con los diseñadores gráficos Miraphora Mina y Eduardo Lima, que llevan 16 años diseñando el mundo mágico de J. K. Rowling para el cine.

Miraphora y Eduardo se conocieron mientras trabajaban en el diseño gráfico de Harry Potter y la piedra filosofal (2001). Miraphora se había licenciado en The National Film School de Londres, y Eduardo se acababa de trasladar a esa capital desde la pequeña ciudad brasileña de Caxambu. Congeniaron al instante.

Trabajaron juntos en las ocho películas de Harry Potter, diseñándolo todo, desde el Mapa del Merodeador hasta el periódico El Profeta, y solían bromear acerca de que un día iniciarían un pequeño estudio juntos en alguna parte del centro de Londres.

Varita y lentes de Harry Potter sobre el Mapa del Merodeador.
Varita y lentes de Harry Potter sobre el Mapa del Merodeador.

 

Para el año 2010, ese estudio era una realidad. El cuartel general de MinaLima en Londres consiste en dos luminosas salas a las que se sube por unas estrechas escaleras, cubiertas del suelo al techo con sus diseños. Miraphora y Eduardo (o «M» y «E», como se les conoce en la oficina) siguen siendo inseparables. Se sientan uno frente a otro dondequiera que estén, ya sea en su estudio o en el lugar que han reservado cerca del set de Animales fantásticos y dónde encontrarlos.

Nuestro primer encuentro tiene lugar en esa oficina con aspecto de cueva en Leavesden. La sala está empapelada con artículos de recuerdos de los años veinte. Miraphora y Eduardo están en sus escritorios, rodeados de libros de tipografía antigua, atrezo, carteles vintage y montones de papeles desechados.

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Apenas media un metro de distancia entre ellos; ambos tienen el trabajo del otro al alcance de la mano, lo cual resulta conveniente considerando la frecuencia con que el uno agarra un lápiz y corrige el esbozo del otro y viceversa.

«Básicamente somos dos cuerpos y un cerebro», dice Eduardo, con una risita traviesa.

«Craso error», dice Miraphora.

«En realidad —continúa él—, ni siquiera podemos decir que uno de nosotros diseñara esto y el otro diseñara aquello. Podemos decir: “¿Puedes acabar esto por mí?” o simplemente comenzar a dibujar en el trabajo del otro. Producimos todos los diseños juntos. Llevamos dieciséis años trabajando así, ¡y queremos dieciséis más!».

«Somos como un viejo matrimonio», dice Miraphora, y es verdad que lo son. Igual que se acaban el uno el diseño del otro, también se terminan las frases el uno al otro. Hay algo mágico en ello, algo que los hace especialmente cualificados para pasar de Harry Potter a Animales fantásticos.

«Es como si nunca hubiéramos abandonado el mundo mágico —dice Eduardo—. Nos encanta. En ese mundo, puedes ser un poco divertido y absurdo».

«Todo el rato colamos cosas dentro que nos hacen reír», añade Miraphora.

«¡Sí! Precisamente me estaba riendo de esto», dice Eduardo, sosteniendo una copia de un periódico mágico de los años veinte creado para Animales fantásticos.

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«¡Aquí está mi chiste! Puse una sección de Cultura en el periódico y añadí el titular “Cantante nomago es un duende”, porque me hizo reír. Es que me encanta».

Tarjetas identificativas del Ministerio de Magia, obra de Mira y Eduardo.

Cada titular, cada frase, cada letra está dentro de su jurisdicción creativa. La magnitud de su trabajo en Animales fantásticos es asombrosa.

«Nuestro trabajo incluye las señalizaciones, el diseño de pisos y alfombras, de paquetería, de carteles, de medios de comunicación, de accesorios —me cuenta Miraphora—. Las señales se pueden pintar o pegar en los edificios del set de Nueva York, o pueden estar en pequeñas placas grabadas. Luego están los accesorios que J. K. Rowling escribió en el guion, como la maleta, el bloc de notas y el pasaporte de Newt».

«Y están todas las cosas de trasfondo que crees que pueden ser necesarias para contar la historia. Las hermanas Goldstein viven en una casa normal de Nueva York, pero hacen cosas mágicas. Pueden tener recipientes mágicos para su comida, y eso lo verás muy de paso; pueden tener revistas mágicas. Hemos diseñado libros de la escuela a la que asistieron, pero ni siquiera sabemos si se verán en la película. Los hacemos como parte de ese mundo, para que impregnen la escena».

«Los magos y las brujas son mucho más discretos en Estados Unidos —dice Eduardo, con tal autoridad que casi podrías olvidar que estamos hablando de ficción—. La relación entre los muggles, o nomagos, y los magos es mucho peor allí. Tuvimos que tener eso en mente».

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Atrezo de las películas de Harry Potter, diseñado por MinaLima.

M y E se reunieron con J. K. Rowling antes de que comenzara el rodaje. Necesitaban preguntarle por algunos detalles que nadie más en el mundo sabría.

Cosas como la fecha de nacimiento de Newt Scamander, para hacer bien su pasaporte, o qué otras pertenencias podía guardar en su maleta infinita.

Puedes estar seguro de que Miraphora y Eduardo disfrutan con el secreto de la historia tanto como cualquier otra persona. La manera como hablan de su trabajo es como si alguien los hubiera dejado sueltos en la imaginación de J. K. Rowling y no pudieran creer la suerte que tenían.

«Es magnífico —dice Miraphora, radiante—. Ella nos ha dado un pozo de material sin fondo. Trabajar en cosas de sus libros, o de su guion, es como un músculo que puedes seguir ejercitando».

«Somos muy afortunados», dice Eduardo.

Si pasas tiempo con MinaLima se te harán evidentes sus dieciséis años juntos. Están tan impresionados como el día en que se conocieron. Será maravilloso ver qué sucede en sus próximo dieciséis años juntos.

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