Las entrevistas de Animales fantásticos: Colleen Atwood, ingeniosa modista

La diseñadora de vestuarios Colleen Atwood comenta todo lo relacionado con el vestuario en el set de Animales fantásticos y dónde encontrarlos.

Es posible que reconozcas a Colleen Atwood, ha recogido en el escenario suficientes premios Oscar y BAFTA como para resultarles familiar a muchos cinéfilos. Tiene el cabello corto, abundante y color ébano, y unas cejas que expresan actividad constante. Su presencia tiene un distintivo estadounidense: un carácter audaz sin complejos. Como en muchas diseñadoras, el negro predomina en su vestido.

Aunque no conozcas a Colleen, casi con toda seguridad conoces su obra. Ella diseñó el vestuario para Chicago, Memorias de una Geisha y Alicia en el país de las maravillas de Tim Burton (lo que le valió un Premio de la Academia).

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Colleen Atwood en la 83ª entrega de Premios de la Academia

Trabajó en Eduardo Manostijeras, El silencio de los corderos, Gattaca, Sleepy Hollow, Sweeney Todd, Blancanieves y la leyenda del cazador y En el bosque.

Ha vestido a los actores más famosos del planeta, y ahora es la responsable de la moda de la Nueva York de los años veinte en Animales fantásticos.

Si pasas tiempo con Colleen te dará el secreto de su éxito. Es evidente: tiene un ojo extraordinario para los detalles y un compromiso tenaz con la integridad de sus trajes. Está siempre en el plató asegurándose de que están perfectos, lo cual, según me han dicho, no es algo acostumbrado en un diseñador de vestuario.

«Así controlo —me cuenta Colleen, en tono desenfadado—: miro y apruebo cómo les queda a todos, sin importar quién sea, y soy muy controladora en cuanto a cómo quiero que luzca todo. Es importante, es algo que cuenta y nunca sabes qué vas a ver. Hace tiempo aprendí que no puedes controlar lo que ocurre con piezas de las que te ocupas a menos que estés ahí; de modo que ahí estoy».

Queenie y Jacob visitan el bar clandestino The Blind Pig.
Queenie y Jacob visitan el bar clandestino The Blind Pig.

De alguna manera, es omnipresente. Entre las tomas, Colleen está ahí en el set para acondicionar la ropa de un extra o alisar el cuello del abrigo de Katherine Waterston. Le dedica una atención total a la manera en que caen las telas en sus sujetos. A juzgar por las películas en las que ha elegido trabajar, le interesa sobre todo lo fantástico y surrealista.

«Me encantan las cosas de fantasía, me apasionan —dice—. Por eso estoy en esta película. Me gusta el desafío que supone y me gusta incorporar la fantasía en un periodo como este. Tienes que salirte un poco de la época y hacer algo que sea una versión de la misma. Eso es lo que las películas siempre han hecho: en cierto sentido, dan glamur a la época».

Seraphina Picquery, presidenta de MACUSA.
Seraphina Picquery, presidenta de MACUSA.

Colleen hace una versión exquisita de la moda de 1926. Deja que te cuente. Cuando nos encontramos, había estado trabajando en vestir a Carmen Ejogo con un adecuado traje de pantalón, como su personaje Seraphina Picquery.

Nos sentamos en el extremo de una enorme tienda de lona llena de bellas prendas, algunas de las cuales eran auténticos artículos vintage; otras estaban diseñadas desde cero.

Desde aquí podemos ver filas y filas de vestidos de flappers, así como abrigos y atuendos típicos del mundo mágico. Hay estantes de zapatos de vestir y de tacones, paquetes de medias y una colección de sombreros tan extensa que abrumaría a un sombrerero.

«Leo el guion y veo los mundos con los que me voy a encontrar conforme avanza el relato —me cuenta Colleen—. En este caso, se trata de Nueva York y de capas sociales de toda clase, de modo que estudiamos el Lower East Side y el Upper West Side, Hell’s Kitchen y todas sus poblaciones inmigrantes, así como a la gente elegante y los aristócratas de Nueva York».

Newt Scamander, por las calles de Nueva York.
Newt Scamander, por las calles de Nueva York.

«Estaba aterrorizada porque sabía que era un proyecto enorme y que de ese periodo no habían quedado tantas existencias, así que lo primero que hice fue visitar todas las casas de vestuario del mundo y reunir el stock con el que estamos trabajando, con la asistencia de algunos ayudantes. Comencé en Los Ángeles, porque entre las casas de vestuario de la ciudad tienen bastante material del que necesitábamos y porque me parecía que, en cuestión de moda, Estados Unidos abrazó los años veinte con más fuerza que Europa. Quería que se notase un toque estadounidense real».

«Estaba familiarizada con el periodo. Tiempo atrás trabajé en la película Chicago y es más o menos la misma época. Releí un par de libros de [F. Scott] Fitzgerald, a los que siempre me gusta regresar porque describen muy bien la parte delirante y romántica de ese periodo. Tiene tanto corazón que me ha servido, y esta historia tiene mucho corazón».

«Además, claro está, yo había vivido en Nueva York. Viví allí doce años. Tenía entonces veintitantos años y fue un tiempo genial. Era un poco más crudo que ahora, eran los ochenta».

El perro de Colleen, Dash, se acerca y pone su hocico en la rodilla de su dueña mientras pregunto por las piezas especiales que ha creado para esta película: el abrigo azul pavo real de Eddie Redmayne o el pulido traje de Colin Farrell, por ejemplo.

Estas piezas requieren un proceso distinto, porque no hay muchas tiendas vintage en el mundo que tengan ropas del mundo mágico.

El auror Percival Graves.
El auror Percival Graves.

«Las tengo ya hechas —dice—. Yo no coso, yo diseño. Tengo sastres y gente que se ocupa de ese aspecto. Yo trabajo con un dibujante de esbozos. Si tuviera que esbozar todas las piezas no acabaría mi trabajo, porque son demasiadas, así que yo realizo el boceto conceptual y añado unas notas, y el dibujante puede trabajar convenientemente con eso mientras yo paso a otra pieza».

Colleen pasea la mirada un momento y la detiene en una mujer vestida con un abrigo color chocolate y un sombrero de piel. Frunce acusadamente el ceño, se disculpa, da unos pasos y agarra el sombrero, lo gira y lo devuelve a su portadora.

Ese es el nivel de atención a los detalles del que estamos hablando. Colleen tiene vista de halcón. Sacude la cabeza y regresa a su asiento, pero no por mucho tiempo. Momentos más tarde, uno de los asistentes de Colleen la avisa de que están a punto de rodar cierta escena en el plató principal.

«Encantada de conocerte», dice, esbozando medio guiño y una sonrisa. Y se va. Sus vestidos la llaman.

Brujas y magos de MACUSA.
Brujas y magos de MACUSA.

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